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Elvio Romero: el poeta que convirtió el exilio en canción

Bajo el sol inclemente de la dictadura de Stroessner, un joven poeta paraguayo cruzó el río Paraná con apenas un puñado de versos y el corazón partido. Elvio Romero, aquel muchacho de Yegros que llegaría a ser considerado «la voz más alta de la poesía paraguaya», comenzaba así un exilio de más de medio siglo en Buenos Aires que convertiría su obra en un puente literario entre dos patrias.

En la capital argentina, donde vivió desde 1947 hasta su muerte en 2004, Romero tejía versos con la nostalgia del que sabe que no puede volver. «Tengo un país pequeño como un arpa olvidada», escribió en Los innombrables, ese libro prohibido que circulaba de mano en mano entre los exiliados. Su poesía se convirtió en refugio para los perseguidos, en mapa de una patria imaginada desde la distancia.

Lejos de ser un escritor de panfletos, Romero elevó el compromiso político a categoría estética. Su amistad con Pablo Neruda y Rafael Alberti lo situó en el centro de las redes intelectuales de izquierda, pero su verdadero mérito fue transformar el dolor histórico en imágenes universales. Cuando Neruda prologó su Despertar de la sangre, reconocía en estos versos algo más que denuncia: la capacidad de convertir la sangre derramada en metáfora pura.

En Argentina, donde colaboró con la revista Contorno y publicó en editoriales como Losada, Romero aportó a la literatura rioplatense ese «alma guaraní» que sedujo a poetas como Juan Gelman. Sus libros El sol bajo las raíces y Un relámpago herido muestran una evolución desde el realismo social hacia una lírica más simbólica, pero siempre arraigada en la tierra colorada de su infancia.

Hoy, cuando nuevos lectores descubren su obra, Elvio Romero sigue hablándoles a las Américas migrantes. Su poesía del desarraigo resuena en esos millones que, como él, llevan su patria «en la maleta y en el acento». En tiempos de globalización acelerada, su obra nos recuerda que las fronteras pueden dividir mapas, pero no silenciar las voces que cantan desde el margen.

Murió lejos de su Yegros natal, pero su palabra -como el curso del río Paraguay- sigue fluyendo incontenible. Acaso esa sea la paradoja definitiva de su vida: el poeta que no pudo volver a su tierra terminó por convertir toda América Latina en su territorio poético. Como escribió en uno de sus versos más célebres: «Soy un hombre que lleva su país en los zapatos». Y qué país tan vasto calzaba este poeta, cuyos versos siguen caminando por nuestra memoria.

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. 376 470-9702

    Buenas tardes.
    Que bueno que un medio tan prestigioso como éste, se haya hecho eco de esta gran figura del Arte Poético como Don Elvio Romero.

    Gracias por este valioso aporte

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